A menudo tenemos esta idealización de lo que es el poliamor y de cómo debería gestionarse a nivel emocional. “El amor es libre, por lo tanto, no somos nadie para limitar o prohibir a nuestras parejas y deberíamos saber gestionarlo todo sin conflicto”.
Y suena fantástico dicho así, pero en mi experiencia, esta es de las creencias que más daño nos hacen a la hora de enfrentarnos a los retos de la vida y de las relaciones (en cualquier modelo relacional).
Tengo una pregunta para ti: si tuvieras una varita mágica que te convirtiera en una persona sin celos ni inseguridades, ¿la usarías? Claro que sí. Por lo tanto, no elegimos cómo nos sentimos, simplemente sucede y los sentimientos nos invaden; el abandono, los celos, la inseguridad, la rabia, la injusticia… emociones muy humanas.
Pero nos genera mucha vergüenza sentir todo esto, como si eso nos convirtiera en personas menos aptas para un amor desapegado, súper libre, sin drama…
Si encima de que estoy sintiendo todo esto mi mantra interior es “no debería sentir todo esto”, solo añado sufrimiento a mi dolor (un dolor que, repito, no he podido elegir). Y eso va a hacer crecer mi angustia, mi enfado, mi rabia y mi rechazo hacia mí. Es una forma de decirme “solo voy a estar conmigo misma cuando esté feliz, cuando esté mal voy a rechazarme”.
Si el dolor aparece puedo ir aprendiendo qué hacer con él, cómo acogerlo o expresarlo de forma sana entendiendo que es una parte de mí herida que necesita ser escuchada. Si lo único que quiero es huir de ello y quitármelo de encima, seguirá buscando la manera de expresarse (gritando más, seguramente) hasta que le escuche y le de voz.
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