Desigualdades
1 marzo, 2021

¿Sabéis cuando tratáis de comunicar vuestra necesidad de abrir la relación a un vínculo y no sintonizáis el mismo canal? Esta sensación de estar pidiendo algo que se queda pequeño ante la monogamia normativa. Es algo raro, imposible de comprender. Y está fuera de lugar.

A mi me pasó. Es la sensación de que las palabras de la monogamia tienen un respaldo taaaan inmenso que tu voz y tu opinión suenan como un susurro, hasta se ignoran con una facilidad insultante. Y escuchas “soy tu pareja, como esperas que acepte eso”, “lo que me pides no es normal”, “lo que me dices no lo quiero”.

Incluso si nos fijamos, ese mismo discurso lo podría tener quien pide la no monogamia a la persona monógama. ¿Por qué no?

Pero lo peor no es que se exprese esta opinión. Lo peor es ver que la conversación se termina pronto, que el otro ya ha cambiado de tema y asume que lo tuyo es un capricho pasajero. Lo que no vemos a veces es que es una conversación desigual. Porque sus palabras se sostienen en la sociedad, el amor romántico, el patriarcado, la religión, la educación… Y las mías… pues me las tengo que inventar poco a poco.

Y llegar a creérmelo tanto que deje de ser un susurro y suene igual de fuerte. Lo cual es y está siendo uno de los aprendizajes más importantes de mi vida.

Pero os digo algo. Cada vez se nos oye más. 😉

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