¿Son nuestras exparejas una mancha en nuestro expediente relacional?

Porque no sé, pero poca gente conozco que hable bien de sus ex. Parece que la mayoría de historias vienen cargadas de dolor, desacuerdos y agravios…

Y en algunos casos puede ser así. No estoy hablando de exparejas o exvínculos de quienes hemos sufrido maltrato, abuso o manipulaciones.

Estoy hablando de ex “““normales”””, de aquellas personas que en algún momento te abrieron su corazón, al igual que lo hiciste tú. Aquellas que te ofrecieron lo mejor que tenían en aquel momento. Y que, con el tiempo, necesitaron (o necesitaste tú) tomar otro camino.

Hoy quiero hablar de cómo asociamos la idea de que, si una relación dura para siempre, es una buena relación. Pero si no dura para siempre, entonces es un fracaso.

Porque esto al final va íntimamente ligado al concepto de la media naranja, a la idea de que si eres mi media naranja vamos a durar para siempre felizmente enamorados y si no es así, entonces es que no había amor auténtico.

Lo más normal del mundo es evolucionar en esta vida. Y la persona que eras hace unos años seguramente ya no es la misma que está ahora leyendo este post. Si empezaste una relación y la disfrutaste, aprendiste, creciste en ella, y te abriste de corazón a alguien, eso tuvo un valor.

Aunque luego deje de haber compatibilidad o la vida nos separe, para mí hay algo bonito que recuerdo de cada relación que he tenido. Un aprendizaje. Una conexión única y especial.

Y hoy quiero homenajear esto, dar a l@s ex la relevancia que tienen en nuestra trayectoria sexoafectiva y reconocer el camino que sí vivimos juntos y las experiencias de vida compartidas.