La fase de enamoramiento dura entre 2 meses y 3 años más o menos (la ciencia no se pone muy de acuerdo). Es una fase muy muy intensa en la que sentimos una necesidad constante de estar con una persona, el sexo puede ser increíble y sentimos cada experiencia compartida como algo muy muy intenso.
El 99,9% de las películas, series y novelas románticas hablan de esta fase. Nos cuentan relatos de personas que apenas se conocen y que están absolutamente convencidas de que, ahora sí, han encontrado a LA persona ideal.
Y basándonos en el chute que nos da esta fase y la “confirmación” de las películas y libros con las cuales nos comparamos y deducimos que así se siente el amor auténtico, hacemos una apuesta gorda “all in” y nos sumergimos hasta el fondo en esta relación. Abandonando todo, diciendo que sí a todo y no a nada.
El dolor llega cuando, pasada esta fase, el chute desaparece y nuestro cuento de hadas pierde intensidad. Sin el efecto del chute y el sistema entero contándote que el amor auténtico es “otra cosa”, nos invade una sensación de vacío y de que algo falla.
A mí me parece que si el sistema nos enseñara a amar a nuestras parejas sexoafectivas como amamos a nuestras amistades y a nuestras familias, incluso a nuestras mascotas, viviríamos el chute del enamoramiento como una fase algo loca para disfrutar, pero no como punto de referencia ni como prueba de nada.
La compatibilidad y el amor real aparecen con el tiempo, cuando conocemos nuestras sombras y nos sostenemos en los malos momentos. Cuando vemos a la persona que tenemos al lado sin idealizarla y aún así la seguimos eligiendo cada día.
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